top of page
Buscar
  • Foto del escritorMajo

Goodbye Frantz

Actualizado: 2 oct 2020


De pequeños todos tuvimos un sueño que nos ha acompañado a través de los años, transformándose y creciendo junto a nosotros. Quizá ya hemos cumplido ese sueño y estamos persiguiendo otros nuevos, pues sabemos que la vida cambia y que se trata de imaginar, intentar y disfrutar.

Siempre me ha gustado escribir. Mi primer diario lo empecé a los 6 años, a los 8 terminé mi primer cuento, a los 11 hice el guión de una obra de teatro e imprimí mis escritos en letras de colores, a los 15 seguí inventando historias y después, no me acuerdo a los cuántos años, dejé de escribir.

Uno de mis sueños es publicar un libro, pero este sueño estuvo a punto de ser sólo eso, porque antes de los 24 años no hice nada para lograrlo. Por destino o casualidad, un día que empezó como otro cualquiera, cambió el curso de mi vida y me dio una historia que contar.

En marzo del 2017, cuando tenía 24 años, conocí a Frantz, un tipo casi inofensivo y medio buena onda que llevaba varios años mandándome señales para encontrarlo. Al principio no sospeché nada, pero fue incapaz de ocultar sus intenciones y pronto supe que quería asesinarme.

Frantz, mi ex-cáncer, estaba escondido en mi páncreas, ramificado hacia el bazo y multiplicando sus metástasis en el lado derecho de mi hígado. Frantz amenazó con quitármelo todo, puso en peligro mis sueños y por poco me quedo sin tiempo. Quiso impedir que me casara, que tuviera hijos sanos y publicara un libro. Me hizo parte de las estadísticas y me dio la etiqueta de un caso raro, pues en México soy la primera mujer joven con el diagnóstico de un tumor de Frantz metastásico y la número 23 en el mundo.

Después de tres enormes cirugías, varias complicaciones y mucho dolor, me deshice de Frantz y sus metástasis, y aunque perdí las tres cuartas partes del páncreas, el 50% del hígado, el bazo, la vesícula biliar y 7 kilos, me convertí en parte del 5% de los sobrevivientes del cáncer de páncreas.

Sin embargo, en menos de un año y sólo ocho meses después de la cirugía de hígado en la que casi muero dos veces, tuve que volver a luchar. Frantz me había bombardeado con tres nuevos tumores, dos en el peritoneo y uno en la vena cava, y volvía a representar una amenaza para mi vida.

En marzo del 2018 me operaron por cuarta vez y estaba esperando mi quinta cirugía cuando de pronto, a través de un nuevo PET scan, descubrí que Frantz había desaparecido. ¿Cómo? No sé, pero el último tumor que estaba en la vena cava (debajo del corazón) dejó de existir. Así, sin más explicaciones que un poco de suerte, Dios, el universo o alguna energía superior, me devolvió lo que más anhelaba: mi salud. ¿Por qué? Tampoco sé, pero disfrutaré cada segundo del regalo más grande que tengo: la vida.

Una situación de vida o muerte te obliga a ver las cosas desde otra perspectiva, a encontrarle un sentido a tu vida, a perseguir tus sueños y explotar tus talentos, porque si no es ahora... ¿cuándo?

En el camino de vuelta hacia la sanación total aprendí que necesitamos la ayuda de los demás para llegar al éxito, que las oportunidades pueden llegar disfrazadas de adversidades y que depende de nosotros aprovecharlas. Que no importa el resultado final, ganamos por el simple hecho de intentarlo y que no debemos exigirnos otra cosa más que hacerlo lo mejor que podamos.

Mi carrera de escritora apenas comienza, pero estoy decidida a cumplir mis sueños y nunca volver a dejarlos en manos del destino.

Adiós Frantz, adiós. Seguiré viviendo, escribiendo, disfrutando y amando.

***

Gracias a la revista Vida Anáhuac por invitarme a escribir para la sección Llamado de Acción. Es un honor para mí que consideren mi historia inspiradora y espero que mi relato inspire a los estudiantes a nunca olvidar sus sueños.

bottom of page