top of page
Buscar
  • Foto del escritorMajo

La vida después del cáncer

Actualizado: 2 oct 2020


19 de noviembre. El limbo entre los "días oficiales" del cáncer de páncreas. Algunos dicen 16 o 17 de noviembre, algunos otros 21 de noviembre, pero como a mí me gustan las coincidencias, decidí celebrarlo el 17. Igual que mi cumpleaños.

El domingo cumplí 27 años. Llevo 9,855 días en este planeta (aproximadamente y sin contar los años bisiestos porque nunca he sido muy buena en mate) y los últimos 3 años, 1,095 días (aprooox otra vez), han sido de los más significativos.

En 2017, cuando tenía 24 años, me detectaron cáncer de páncreas con metástasis en el hígado. El día que me lo dijeron y después de preguntar si se me caería el pelo, un reloj con cuenta regresiva apareció en mi vida y en 2018, cuando Frantz, mi ex-cáncer, regresó vi cómo se aceleraban sus manecillas. Hoy, es un reloj que apenas y veo de reojo, aunque siempre siento su presencia. Lo bueno es que no me caracterizo por tener buena memoria y muchas veces olvido que está ahí.

5 de abril de 2017. Rumbo a mi primera operación, donde me quitarían el 80% del páncreas, el bazo, la vesícula y cerrarían la vena porta para que mi hígado creciera.

Para mí, lo más difícil de la vida después del cáncer ha sido lidiar con mi mente. Hay días que puedo hablar de Frantz como si te contara que en la mañana me comí una dona de chocolate, me siento orgullosa y me digo a mí misma: "Guau, Majo. Estás cañona"; pero hay otros en los que no quiero saber nada del cáncer, que me entristezco de pronto si me siento demasiado feliz o le reclamo a la vida que todo esto ha sido muy injusto. Y aunque días como estos no son tan usuales, siempre le agradezco a mi cuerpo el simple hecho de despertar y funcionar, pues cuando has estado a punto de morirte o sobrevivido incluso una recurrencia, lo valoras aún más.

Si algo he aprendido es que no importa lo que nos pase en la vida, no podemos victimizarnos, pues todos somos más fuertes que cualquier obstáculo y es nuestra obligación superarlos de la mejor forma que podamos. Se valen los días malos, pero disfrutar los buenos importa más.

Mi mamá siempre ha sido como una hermana mayor y no se enoja (tanto) cuando Paola, mi hermana, y yo la molestamos. Todas nos compartimos ropa de vez en cuando (incluso ahora que estoy casada) y le encanta decirnos: "Ojalá se vean tan bien como yo a los 50 años..." (sí, es una mamá muy guapa y presumida, jaja). Pero la última vez que me lo dijo, no pude evitar pensar: "Ojalá llegue a los 50 años" e inmediatamente identifiqué que ahí habló el miedo (el reloj) que Frantz dejó en su lugar.

Lo sé. Nadie tiene el tiempo asegurado, pero experimentar el cáncer a los 24 años y luego otra vez a los 25, te hace darte cuenta que no eres invencible como creías. Aún no he superado completamente el miedo a morirme, y es que me gusta tanto mi vida que me causa ansiedad la posibilidad de tener que irme por culpa de Frantz. Creo que (casi) ninguno de ustedes entiende este miedo -y me alegro-, pues uno tiene que pasar por el cáncer para entenderlo. Tres años atrás no existía este miedo, y conforme pasa el tiempo empiezo a aceptar que quizá nunca se irá.

La mayoría de ustedes sabe que casi no investigo estadísticas del cáncer de páncreas. ¿Sirve saber que sobrevive tan solo el 5%, que la tasa de supervivencia promedio después del diagnóstico son 5 años y que la probabilidad de sobrevivir esos 5 años al ser diagnosticado en etapa IV (cuando el cáncer se ha propagado a partes distantes del cuerpo como pulmones, hígado o huesos) es del 3%? Definitivamente mi tía Pachy, quien es una sobreviviente del cáncer de tiroides y esposa de mi tío Lalo, quien fue el mayor guerrero del piscis (cáncer de colon con metástasis en el hígado), te dirían que sí. Pero la verdad es que estos números a mí me dan miedo y hacen que no pueda ignorar el reloj de Frantz.

Mi psicólogo me ha recomendado dejar pasar los pensamientos catastróficos, pues pensarlos no quiere decir que se harán realidad. Así que cuando me siento abrumada, procuro meterme a la tina o quedarme un rato bajo el chorro de agua caliente, pues aaalgo tienen las regaderas que nos hacen cantar mejor, ser más creativos y convivir con tu mente cuando no está poniendo de su parte. Curiosamente, al poco rato se olvida todo lo que pensamos durante el baño, pero definitivamente terminas sintiéndote mejor, ¿apoco no?

Claro, esta técnica no aplica post-operación... ¡lo último que queremos es bañarnos!

Julio 2017. Varios días después de mi operación de hígado, donde tuve varias complicaciones y estuve en riesgo de muerte dos veces.

A pesar de todo, sé que soy extremadamente afortunada y eso me ha ayudado a sanar las heridas de Frantz. Me he tomado muy enserio lo de "disfruta tu día como si fuera el último", soy aún más feliz que antes y exploto los días buenos al máximo; porque aunque el reloj me asuste y haga que quiera vivir todo muy rápido, sé que todavía tengo mucho tiempo pues me lo han dicho... solo me falta creérmelo.

Aprovechando que es #díamundialdelcáncerdepáncreas, no dejen de checarse si presentan alguno de estos síntomas:

*Ictericia: piel y ojos amarillentos

*Orina oscura

*Heces fecales pálidas

*Comezón en la piel

*Dolor de abdomen o espalda (yo solo tenía "gastritis" y "colitis", ahora creo que era pancreatitis)

*Pérdida de peso involuntaria

*Falta de apetito

*Náuseas y/o vómitos

*Agrandamiento de la vesícula biliar o el hígado

*Diabetes

Pueden ver más información en www.cancerdepancreas.mx de Va por Ti, la primera fundación en México que apoya el cáncer de páncreas.

Con cariño,

Majo ---> @goodbyefrantz

bottom of page