top of page
Buscar
  • Foto del escritorMajo

"Cuando perdí mi pelo" por Jen Hods

Actualizado: 2 oct 2020


Cuando mi doctor me dijo "Majo, tienes cáncer", lo primero que pregunté fue "¿Se me va a caer el pelo?". Por suerte, mi Tumor de Frantz pudo curarse a través de una aproximación quirúrgica muy agresiva y sin necesidad de quimios. Perder mi pelo era una de las cosas que más temía y por esta razón, entiendo la angustia pero no la experiencia.

Siempre es lindo cuando la vida te presenta personas ejemplares y aprovechando que es el mes de la concientización del cáncer de mama, quiero que conozcan a Jennifer Hodson quien, a sus 29 años, recorrió el doloroso camino del cáncer, experimentó la pérdida de su bonito pelo y salió victoriosa de la lucha contra su enfermedad.

***

Siempre he tenido un cabello increíble. Grueso, fuerte, resistente. Mi pelo siempre ha sido un punto focal de aquellos que me decían: "¡Nunca te cortes el pelo!", "¡Nunca te tiñas tu cabello!", etc etc. Como resultado, siempre me estremecí al pensar en lo que sería sin él. Tristemente, ese pensamiento se hizo realidad el 17 de noviembre del 2016, cuando me dijeron que me habían diagnosticado cáncer de mama en estadio IIA.

La noticia en sí misma era devastadora, sin duda, pero el propósito de este post es sumergirme realmente en lo que mi pelo significó en todo esto. Para mí, personalmente, pasó a segundo plano. Desde el principio supe que lo iba a cortar, que me afeitaría cuando empezara a caerse y luego abrazaría mi inminente calvicie.

Muchas mujeres con las que hablé y que también estaban en tratamiento, tomaron una ruta diferente. Algunas optaron por las cápsulas frías que guardan folículos o se dejaron su cabello tal cual, hasta que REALMENTE comenzó a caérseles.

NO HAY UNA RESPUESTA CORRECTA SOBRE CÓMO PASAR POR ESTO, TODO DEPENDE DE LO QUE PUEDAS MANEJAR

Poco después de que me diagnosticaron, opté por un lindo corte pixie, ¡y fue increíble! Habiendo estado encerrada en un cierto estilo de cabello la mayor parte de mi vida, me vi obligada a correr un riesgo. Si el corte de pelo no funcionaba... ¡¿a quién le importa?! ¡Tengo cáncer! Todo se irá pronto de todos modos. Afortunadamente, se veía bien y pude lucirlo durante unos meses antes de que la quimioterapia finalmente se lo llevara.

¿LLORÉ? POR SUPUESTO QUE SÍ. ¡No hay vergüenza aquí!

Una vez que noté que se me caían grandes pedazos de pelo, volví a tomar el control y me rapé. Recuerdo que mi corazón latía con fuerza llegué por primera vez al trabajo sin pelo, pero muy poca gente realmente reaccionó a eso. ¡Una señal fuerte de que la mayor parte de mi preocupación estaba en mi cabeza! Sin embargo, MUCHAS PERSONAS SE APOYAN EN SU PELO PARA PARECER "NORMALES" DURANTE ESTE TRAUMA como una forma de parecer que están "bien" frente a sus seres queridos y no ser detectados por la sociedad en público. Entendí este miedo y quise borrarlo. Adelantarme a la pérdida de mi cabello por la quimioterapia me dio poder, y nunca me he arrepentido de decirle adiós a mis largos mechones.

Pronto, sin embargo, estaba perdiendo incluso el más pequeño de los cabellos y llegó el momento de realmente prepararme para la calvicie. Cuando se me cayó el último pelo, entendí lo que era ser visto como una "persona enferma". Quería escapar cuando sentía las miradas de todos los que me miraban boquiabiertos. Pensaba que me había preparado para ser calva, pero simplemente no lo había hecho.

Cuando podía ocultarlo, me desvanecía en el fondo de cualquier entorno, cubría mi cabeza con un sombrero o una bufanda y esperaba que nadie me preguntara por qué. Si tenía bochornos o necesitaba dejar respirar a mi cabeza, atraía miradas de lástima. No tenía razón para enojarme con ellos, pero me enojaba. No quería que me miraran ni me compadecieran, quería ser normal.

A medida que pasó el tiempo, me acostumbré a las miradas y comencé a aceptar mi cabeza sin pelo. Era la única forma de recuperar el control. Usé menos los sombreros y traté de poner más mi cara valiente. Dejé de preocuparme por cómo me veían los demás y me centré únicamente en estar cómoda en cualquier lugar donde estuviera. Perder mi pelo me enseñó a dejar de apoyarme en él para la normalidad. Me enseñó a ver mi verdadero yo y cómo el mundo a mi alrededor mira hacia atrás.

Ahora que está volviendo a crecer, me entusiasma soñar con cosas como lazos para el pelo y horquillas, pero también soy mucho más consciente de cómo nunca me esconderé detrás de él otra vez.

SOY UNA PERSONA FUERTE, DE LA CABEZA A LOS PIES, CON PELO Y SIN PELO.

Jen Hods (@jenhods).

bottom of page